La pregunta

Lucas, de 8 años, tiene que hacer una redacción para el colegio. El tema es “Mis Padres”. Se pretende que los niños describan a sus padres, cómo son, a qué se dedican, cuáles son sus aficiones… Por eso le pregunta a su padre cuál es su trabajo. Papá no contesta, Lucas insiste… repite la pregunta.

Carlos, el papá de Lucas, escuchó la primera la pregunta de su hijo. Y su cabeza bulle pensando qué respuesta darle. Sobre todo, porque la pregunta le ha servido para darse cuenta de que Lucas era un bebé cuando él se quedó sin su trabajo como administrativo, en una constructora. Fue de las primeras en caer con la maldita crisis, hace ya seis largos años. 

Se ha dado cuenta de que Lucas jamás lo ha visto ir trabajar. Su hijo solamente ha tenido oportunidad de verlo en casa:  haciendo la comida, tendiendo la ropa, metiendo los platos en el lavavajillas, llevando el currículo aquí y allá… pero jamás yendo a un trabajo. 

Lucas tiene compañeros de clase cuyos padres tienen unos trabajos que le parecen muy divertidos: bomberos, enfermeros, “policía rescatador de alta montaña”, pescaderas; y otros con trabajos que no parecen tan divertidos o que son directamente aburridos: funcionarios en una oficina, agentes de seguros, barrendero…  

Hay otros niños que, como él, no saben en qué trabaja su padre, su madre, o ambos… Esteban, el mejor amigo de Lucas, dice que sus padres “están parados”. Pero Lucas no entiende muy bien qué significa eso: ¿Qué profesión es esa? ¿Cobran por no moverse? 

Carlos desconoce las dudas de Lucas sobre su profesión y la de otros padres de compañeros suyos. Esta ha sido la primera vez que le ha planteado abiertamente “la pregunta”. Y no sabe qué respuesta darle. Y, mientras sus ojos se humedecen, le contesta al chiquillo que se vaya con mamá, que no le moleste ahora. 

Lucas hace caso y se va con su madre. Caros llora.

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