La jungla de las rebajas

A mediados del 2012 (real decreto-ley 20/2012, de 13 de julio) el gobierno de la nación decidió que, debido a la situación de crisis que estaba padeciendo nuestro país, se debían tomar medidas de urgencia para garantizar la estabilidad presupuestaria y de fomento de la competitividad. Ante situaciones desesperadas medidas desesperadas. Entre un enorme paquete de actuaciones se encontraba la liberalización de rebajas. Mas bien “desregulación”. Con la escusa de la tan manida ”competitividad” que el ejecutivo anterior elevó al grado de denominación ministerial siempre supervisada por la fundación aznariana Faes, el gobierno se cargó de un decretazo el sistema tradicional de rebajas con la escusa del beneficio que ello supondría para el consumidor y para el pequeño comercio. No cuela. El consumidor ha perdido capacidad de decisión. Hace 4 años sabía que esperando al día 1 de julio podría comprar aquello que deseaba a un precio mas atractivo. Hoy sabe al precio que lo compra cuando lo paga pero desconoce si al día siguiente estará un 20% mas barato. Además, habiéndose suprimido la obligatoriedad de que el artículo rebajado hubiese estado ofertado durante al menos treinta días en el establecimiento, desconoce si aquello que adquiere le ha sido ofertado solo para rebajas, con una mas que probable reducción de la calidad, porque nadie regala duros a cuatro pesetas. En encuesta realizada por Facua, el 65% declara haber detectado rebajas fraudulentas y el 71% declara que la publicidad de grandes descuentos en el exterior de los establecimientos no coincide con los precios del interior. Por tanto, no cuela.

Y no cuela porque esta jungla comercial solo beneficia a los de siempre. El pequeño comercio sabe muy bien de quien vive y, desde luego, no es parte de su estrategia jugar a la publicidad engañosa con el que le da de comer. La finalidad de las rebajas es hacer cash aquel modelo o color que se compró erróneamente y no se ha vendido para volver a financiar las compras de la temporada siguiente. El comercio tradicional no compra para rebajas, se quita lo que le sobra. El pequeño comercio desde hace siete temporadas no puede hacer una previsión de ventas sin margen de error porque la “liberalización” de las rebajas le ha quitado la libertad regulada del inicio de las mismas teniendo que estar pendientes de los escaparates de Hennes & Mauritz y otros que suenan igual de cervantinos, que son quienes ahora deciden cuando se inicia este periodo.

Si el próximo gobierno entiende que el pequeño comercio es parte de nuestra personalidad y de la vida de nuestras ciudades, si valora los puestos de trabajo que aporta, y mas en nuestra querida Granada, si realmente desea que no se mermen los derechos del consumidor y si, como dicen, la desesperación ya no reina y estamos en la senda del crecimiento ha llegado el momento de volver a lo que nunca debió cambiar, a lo que funcionando, se cambió.

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