¿Dónde puede estar el epicentro real de la crisis económica?

Granada Económica • Editorial – Opinión

Félix GARCÍA BRÚ*

 “Algún día vendrá el saber, y entonces todo se andará” (Ángel Ganivet). Unos opinan que la crisis económica actual tiene su epicentro en una expansión descontrolada del crédito, promovida, paradójicamente, desde los Bancos Centrales, por unos precios bajos del dinero; otros en la desconfianza de/en los mercados; otros en los altos precios de las materias primas, de los alimentos…

¿Es posible la existencia de varios epicentros y de varios terremotos a la vez? ¿No será, como dicen los geólogos, que aunque el mayor daño normalmente se produce en el epicentro del terremoto, si la ruptura de la falla es muy grande, pueden producirse mayores daños en cualquier otro punto de esa ruptura? 

Tim Harford en el “El Economista camuflado” (2006) inicia un capítulo desvelándonos que “… descubriremos que un mundo donde prima la verdad conduce a una economía perfectamente eficiente”. ¿Los gobiernos, las agencias calificadoras, las entidades financieras…  contribuyen a que eso no parezca ser posible? ¿Bajo tanta avalancha de informaciones, muchas interesadas, no se estará asfixiando “la información”? ¿Dónde está la “verdad”? 

Donde no se vigila la verdad en la información e incluso se promueve interesadamente el engaño, aún con ropaje de sinceridad, se favorece la acción de la manipulación (“intervenir con medios hábiles y, a veces, arteros, en la política, en el mercado, en la información, etc., con distorsión de la verdad o la justicia, y al servicio de intereses particulares” – DRAE). No es malo en economía especular, sino especular manipulando. ¿Serán las manipulaciones interesadas, financieras o no, políticas o no…, especialmente en el mundo que se denomina “desarrollado”, las que conforman el epicentro de este terremoto y maremoto conjunto, que denominamos crisis económicas, propiciadas desde la falacia?

Centrándonos en España, en 1969 escribía Julián Marías (“Meditaciones sobre la sociedad española”) que “lo más grave es que una forma deficiente de Estado – lo cual quiere decir casi siempre una forma excesiva – acabe por ahogar a la sociedad o, lo que es casi peor, que informe a los individuos y los haga a su semejanza” (a sus respectivas semejanzas, matizaríamos ahora en un estado de autonomías). Por otra parte manifestaba el siguiente aserto: “España no es un país “subdesarrollado”, sino mal desarrollado”. Ahora nos decimos “desarrollados”, pero la crisis económica, deduzco, nos lleva a la misma cuestión: ¿No habremos sido y seguido siendo un país “mal desarrollado”?  ¿Cuál es nuestra verdad? ¿No será que el terremoto global nos ha pillado con unos cimientos económicos sin fraguar?

Permitidme, para terminar, recordar una frase, de hace más de tres décadas, del  dibujante y humorista Jaume Perich (El Perich): “Todo empresario sumergido en un conflicto colectivo (o sumergido en una crisis, actualizaríamos) experimenta un empuje hacia arriba igual al número de empleados que desaloja (Principio de Períquedes)”.  En lo que he dado en llamar terremoto económico, el edificio del “empleo” ha sido el primero en caer, desgraciadamente. 

«Yo creí que la luz era mía, / precipitado en la sombra me veo» / …/…  / Pero hay un rayo de sol en la lucha / que siempre deja la sombra vencida» (Miguel Hernández)

 

* Félix García Brú 

COLEGIO DE ECONOMISTAS DE GRANADA

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