Granada y Marruecos. Arabismo y africanismo económico

Decía Gallego Burín, en un artículo titulado “Granada Centro del Africanismo”, que “el oriente andaluz tiene señalada su misión desde que España empezó a actuar en África (…) tiene que ser necesariamente el gran centro africanista español, y a ello se dirigen gran parte de sus esfuerzos.” En el mismo artículo señalaba el, evidente a sus ojos, papel central de la ciudad de la Alhambra para orientar esta labor: “(…) ninguna otra ciudad puede ofrecer condiciones más propicias para realizarla”. El que más tarde fuera alcalde de Granada escribió estas palabras en el contexto de un proyecto que despertó gran interés en nuestra ciudad en 1924, la Exposición Hispano Africana, que fue abrazada por la sociedad granadina como una apuesta lógica para impulsar nuestra posición económica y política.

Lo relevante de esta propuesta es resaltado con gran maestría por la profesora Cristina Viñes Millet en su obra Granada y Marruecos. Arabismo y africanismo en la cultura granadina (El Legado Andalusí), en la que demuestra que desde hace siglos existe en Granada una visión arabista y africanista, especialmente centrada en Marruecos, que en multitud de ocasiones ha intentado dar el salto a la política y a la economía española, no siempre con el éxito deseado.

Centrada la cuestión, este artículo pretende adscribirse a esa tradición secular, arabista y africanista que defiende una posición competitiva para Granada y Andalucía Oriental, también en lo económico, haciendo una transposición a nuestro tiempo de una visión más internacional para nuestra tierra.

El Marruecos de hoy es considerado la puerta de África y el país más estable del Magreb (ver El Pais, “La carrera por el Magreb más prometedor”, de 28/11/2014). El Banco Mundial pronostica un crecimiento del PIB del 4,4% en 2015 y del 4,5 % en 2016, un punto porcentual por encima de la media prevista para el conjunto Norte de África y Oriente Medio. El saldo negativo de su balanza de pagos para el mismo periodo (-6,8% y -5,8%) vaticina el mantenimiento de las importaciones y el aumento de las exportaciones, convergiendo con la media de su región caracterizada por economías basadas en la explotación de hidrocarburos que Marruecos no posee. El valor de los créditos concedidos en 2014 supera los 1.000 millones de $, 7 veces más que en 2009. Es evidente que se trata de la economía más cercana a Granada de mayor crecimiento. Su estabilidad es vista con buenos ojos por el grueso de empresas españolas que han convertido a nuestro país en el primer socio económico de Marruecos. Sin embargo, nadie está tan cerca ni cultural, ni geoestratégicamente, como Granada, hecho que nos diferencia y nos sitúa en una posición ventajosa.

Por su parte, Granada está inmersa en una lenta transición, de la economía del ladrillo y los servicios a una economía más innovadora y sostenible. Como bien ha caracterizado el Campus de Excelencia Internacional de la UGR (CEI Biotic), Granada representa el 4% de la producción científica nacional frente al 1,4% del PIB nacional. Esta abismal brecha entre nuestro potencial y la realidad nos marca claramente el camino: transferir conocimiento y tecnología a nuestro tejido productivo.

En este sentido, la transferencia tiene un gran aliado en la internacionalización. Si Granada persigue destacar en ciencias de la salud, biotecnología, TIC, agroindustria y excelencia turística, Marruecos es un país ávido de conocimiento y tecnología en estas materias. Apoyar su desarrollo en el nuestro representa una buena estrategia para la economía granadina. Desde esta tribuna hacemos un llamamiento para que las empresas granadinas se sumen a la larga tradición arabista y africanista que nuestros antepasados defienden desde hace siglos.

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