COMPLEJIDAD Y POLÍTICA

Granada Económica • Revista de Prensa

Ángel Martín-Lagos Carreras *

El ciudadano de hoy carga con la ‘responsabilidad’ de pronunciarse u opinar de todo cuanto acontece en la sociedad, ya sea en los bares, tertulias, en las colas del metro, en los supermercados, etc. En parte, claro está, porque una porción de esas esferas de realidad  le afecta de forma vital. 

 

Sin embargo, ocurre que la realidad es cada vez más compleja.  Cualquier ámbito de la vida que escojamos, nos anuncia de inmediato la dificultad de comprender.  El ciudadano, abrumado por el vertiginoso acontecer de los sucesos (pasamos y agotamos las noticias rápidamente) y por la cantidad de información puesta a su servicio, a veces de forma interesada, otras sesgada, queda desconcertado y muchas veces ‘cabreado’. Para leer y asimilar hoy la realidad es preciso que el ciudadano dedique un tiempo y un esfuerzo que no siempre está en condiciones o en predisposición de dar.  Por ello, ante la dificultad de entender todos los aspectos o matices de la realidad, y presionado por esa necesidad de opinar, el ciudadano se rebela simplificando, y con ello, trivializando y banalizando. Celeridad, complejidad, banalidad son, pues, claras señas de identidad de nuestro tiempo. 

De todo esto son conocedores, entre otros poderes, los partidos políticos; basta sino con ver en que se ha convertido la política: en vacuidad, pura mercadotecnia, la exaltación de la imagen, mensajes simplistas, etc. 

Si trasladamos lo dicho a la actual situación política y económica, nos damos cuenta que los ciudadanos, perplejos y confusos ante la cruel, despiadada y extraordinaria crisis económica, rápidamente encuentran un culpable: “la culpa de la crisis la tiene Zapatero”. Nunca antes había sido tan baja la confianza de los ciudadanos en los principales actores políticos (gobierno y oposición), basta ver las encuestas del CIS.

Zapatero, que había llevado a llevado a cabo hasta el momento una política de profundización en el Estado del Bienestar, con nuevos derechos civiles y sociales, de la noche a la mañana, y presionado por ese ‘espectro’ que llaman ‘mercado’, tuvo que virar y, no ya dejar a un lado esa política, sino tomar medidas en contra de la misma (los famosos 400 euros, y luego el recorte en el sueldo de los funcionarios públicos, el cheque bebé y su posterior eliminación, etc.)

Consciente de que ha perdido de la batalla de la credibilidad, el Presidente del Gobierno ha decido inmolarse, de ahí su famosa frase: «Voy a ejercer mi responsabilidad y voy a seguir el camino, cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste”. Y si bien le es achacable una mala gestión de la crisis (su política informativa ha sido desastrosa), no es menos cierto que en su acaecimiento nada tuvo que ver. Yo diría que gracias a las difíciles medidas adoptadas, no estamos como Grecia, Portugal o Irlanda.

Una reflexión algo más profunda nos lleva a comprender que nuestro actual modelo productivo, basado en la construcción y el turismo (España, al menos desde que tengo uso de razón, y tengo 40 años, ha crecido sobre esos dos pilares) se ha agotado, al menos en lo que se refiere al primero de ellos. Y, claro, refundar nuestra economía con nuevos y competitivos sectores productivos, no se hace de la noche a la mañana. Y el Partido Popular, lo sabe, y por eso calla. Quizás por eso hay quien dice que para las próximas ele-cciones queda partido por jugar. 

 

  * Ángel Martín Lagos es 

Asesor Jurídico del

Ayuntamiento de Ogíjares

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