Entrevista: Alejandro Melgarejo, director académico de Escuela Internacional de Gerencia

Tenemos que prepararles para trabajos que hoy no existen, usar tecnologías que no han sido inventadas, entablar relaciones sociales diferentes, saber actuar en nuevas culturas y escenarios.

¿Cómo se ve el futuro de la Educación y de los jóvenes?

Incierto. Nada va a ser como antes, saldremos de ésta pero para nuestros jóvenes será muy difícil alcanzar las cotas de bienestar pasadas, y quizás esto no tenga por qué ser malo. Pero lo importante ahora en el sector educativo es ser capaz de imaginar el futuro ya que éste va a ser absolutamente distinto a la situación que vivimos actualmente.

¿Qué cosas están cambiando?

En primer lugar habrá que olvidarse de trabajar en la misma ciudad donde naciste o te formaste. El mercado es global y por tanto las opciones laborales también. 

Las profesiones que tradicionalmente eran envidiables, en la actualidad no parecen tan atractivas. Hace poco leíamos los escalofriantes datos de desempleo del Colegio de Odontólogos, la delicada situación de las Notarías o de los arquitectos, y los ingenieros tienen trabajo, pero en Alemania, y tampoco pueden irse porque no hablan idiomas de manera fluida. 

¿Hacia dónde ir entonces?

Tradicionalmente, ha imperado la cultura de aspirar a un puesto fijo como objetivo vital, esperar que la empresa o el organismo para el que trabajas sea un sitio en el que si hago lo que me piden, me garantizan un sueldo y una forma de vida, en lugar de esperar que sea una plataforma donde desarrollar lo que sé hacer, mis capacidades y mi talento, y como así aporto, me pagan por ello. Son dos formas de relación distintas y las organizaciones del futuro que generen empleo se inclinan más por esta última.

La pregunta es: ¿El sistema educativo los está formando para ello, o seguimos ofreciendo estudios superiores del siglo pasado? Pretendemos seguir queriendo que nuestros hijos sean abogados, cuando ninguna sociedad necesita tantos como tenemos en España, no podemos seguir formando miles de   periodistas para que trabajen en condiciones indignas. Nuestro objetivo como padres no debe ser querer que nuestros hijos tengan un trabajo fijo en la Administración, cuando ésta ya no da más de sí.

¿Y cómo hacerlo?

Estamos formando personas que van hacia un entorno desconocido y cambiante, y como se ha dicho siempre en la teoría de la evolución, “si sólo vives el presente y eres incapaz de futurizar, sueles desaparecer”.

Tenemos que dotar a nuestros alumnos de capacidades que les permitan enfrentarse al mañana que ahora no somos capaces de imaginar, por lo que la importancia estará en haberles dado los recursos necesarios para desenvolverse allá donde estén. 

Trabajemos para darles herramientas que puedan serle útiles a lo largo de toda su vida. Ya no es importante el conocimiento puro, que puedes encontrar a golpe de clic, sino una metodología que les enseñe a aprender por sí mismos. Y siempre sin perder la perspectiva de que el entorno en el que ya se mueven es totalmente internacional y habrá que estar preparado e ilusionado con ello.

No se trata ya de estudiar uno o dos idiomas, sino de hablarlos de manera fluida, y esto no hay otra forma de hacerlo que teniendo una mente internacional, y para ello tienes que estudiar en programas bilingües y tener experiencias internacionales. Por tanto, la idea de estructurar la formación con periodos de estudio en diferentes países se convierte en indispensable. Ya no vale nacer, estudiar y trabajar en la misma ciudad, puesto que las comunicaciones y la tecnología hacen que el mundo sea cada vez más pequeño.

Entonces, ¿qué se puede hacer en educación hoy?

Lo que no debemos hacer es seguir trabajando como hasta ahora. Ya no vale aquello de “Yo profesor que lo sé todo, te cuento a ti alumno para que almacenes conocimiento y me lo devuelvas en forma de examen”. Las tecnologías ya se han encargado de romper este esquema, hoy día el conocimiento está en la red. La figura del profesor divulgador de teorías ha muerto, éste debe convertirse en un facilitador, en una guía que ayude al alumno a descubrir por sí mismo, siempre bajo una perspectiva internacional.

Por tanto, ¿ las nuevas tecnologías van a ser claves?

Ya lo son, pero lo van a ser más aún, puesto que su crecimiento es exponencial. La rapidez con la que se han introducido en nuestras vidas en los últimos quince años, no tiene nada que ver con la velocidad a la que van a hacerlo en los próximos cinco. Cambiarán la industria, ya están cambiando las relaciones sociales y, sin duda, lo harán con la educación. Pero este último cambio no va sólo en un nuevo decorado de portátiles en las aulas y pizarras digitales, sino en algo más profundo que afecte definitivamente a la metodología académica y a las relaciones profesor-alumno. Debemos incorporar el uso de las nuevas tecnologías a la educación como un facilitador para que el alumno sea el verdadero protagonista de su formación.

En esta situación ¿qué responsabilidad tiene la educación?

Más que ningún otro ámbito social, puesto que es quién tiene que definir cómo van a ser las personas que van a formar parte de la sociedad del futuro. 

Esto requiere un cambio en educación hoy. Nuestra responsabilidad, como padres y enseñantes es realizar ese cambio con la misma valentía que ellos van a tener que enfrentarse al futuro, ya que si no lo hacemos de manera urgente, estaremos hipotecando el futuro de una generación y el bienestar de nuestra sociedad.

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