Productos de calidad certificados

La cada vez más potente industria agroalimentaria granadina ha encontrado un aliado inestimable en los diferentes marchamos de calidad con los que las administraciones -Junta de Andalucía y Comisión Europea- distinguen las producciones que se obtienen en determinadas zonas de la provincia, todas ellas procedentes del sector primario. Es decir, de la agricultura, la ganadería y sus derivados. Desde hace ya un buen número de años, las conocidas como Denominaciones de Origen Protegidas (DOP) e Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP) funcionan como auténticos valedores de productos de altísima calidad que son elaborados, en su mayor parte, por empresas cooperativas o pequeñas industrias. Se trata de vino, aceite de oliva, miel, pan, fruta, hortaliza y algunos otros más. En total suman nueve ‘marcas’ que con el reconocimiento del que gozan, compiten ya en todos los mercados: tanto los nacionales como los internacionales. El éxito les ha acompañado a lo largo del tiempo, con los lógicos altibajos. El futuro se les presenta aún más prometedor en base al incremento de la demanda de alimentos de garantía que son utilizados tanto a nivel doméstico como en los restaurantes. 

La diferencia entre las DOP y las IGP es que en el caso de las segundas, es suficiente con que cuenten con un único criterio relacionado con su origen geográfico mientras que en las primeras -más exigentes- han de tener unas vinculaciones más estrechas con el entorno y que han de incluir factores tanto de tipo natural del mismo como de elaboración por parte de las empresas. Así lo establece la normativa vigente de la Junta de Andalucía y así han de cumplirlo todos los agentes implicados. Los consejos reguladores de unas y otras velan para que se materialice lo exigido, pues en caso contrario las administraciones pueden retirar estos distintivos. Algo que, obviamente, a nadie le interesa dado el valor económico que hay en juego. Estos organismos, por tanto, solo conceden sus certificaciones a aquellos productos que ha sido obtenido en unas condiciones óptimas, y que además de ello, cumplen con todos los parámetros de calidad establecidos por sus respectivos reglamentos y manuales de calidad, y cuya procedencia quede claramente demostrada a través de un sistema de trazabilidad de los mismos.

Este tipo de marchamos, por tanto, suponen un reconocimiento a un alimento determinado como consecuencia de la influencia del medio geográfico de un lugar concreto, sobre la calidad de dicho alimento. Por tanto es una figura que liga indisolublemente el origen de un producto de calidad con el lugar donde se produce, ofreciendo al consumidor esta doble garantía. “En un mercado tan competitivo y con tantos e importantes actores, como es el de los aceites de oliva, la DOP es un sello que distingue a aquellos que proceden de una zona geográfica concreta y que a la vez garantiza que tienen calidad”, afirma José Juan Jiménez López, secretario general del Consejo Regulador Poniente de Granada. Una opinión que a buen seguro comparten los responsables de los restantes organismos que avalan esta calidad.

Denominaciones

Por lo que a las DOP se refiere, Granada cuenta en la actualidad con cinco de estas denominaciones: Aceite de los Montes de Granada, Aceite del Poniente de Granada, Chirimoya de la Costa Tropical de Granada-Málaga, Miel de Granada y Vinos de Calidad de Granada. Sería muy prolijo siquiera enumerar todas y cada una de las producciones de estas denominaciones pero al menos vamos a dar las grandes cifras para alcanzar a comprender el valor que aportan a la economía granadina y a las zonas de donde proceden en concreto. Por lo que al aceite de oliva se refiere, el ‘oro verde’ granadino tiene los dos exponentes antes citados. En el caso del Aceite de los Montes de Granada, las cifras son más que significativas. En la pasada campaña 2015-2016, el salto fue espectacular en producción con respecto a la anterior, pues las más de 822 toneladas de aceite de primerísima calidad supusieron un incremento del 120%, a tenor de las cifras hechas públicas por su consejo regulador. A ello contribuyó no solo una meteorología sin duda más favorable que la de la presente campaña, sino también la ampliación del ámbito protegido de la DOP. Esta denominación abarca la comarca de la que toma el nombre así como las de Guadix, Baza-Huéscar y la Vega de Granada, aunque es la primera la que aglutina mayor número de municipios. La superficie en total alcanza las 29.598 hectáreas. Por lo que a los operadores se refiere, suman 5.405, mientras que el número total de empresas que trabajan bajo este ‘paraguas’ de calidad alcanza las 17.

Otra competidora en el mismo ámbito es el referido Aceite del Poniente de Granada, aunque en este caso su producción sea muy superior. En concreto, la de la pasada campaña alcanzó casi las 19.000 toneladas, en línea algo inferior a la anterior. El valor de esta producción oleícola llegó a rozar los 66 millones de euros, una cifra que habla bien a las claras de la demanda con que contó en los diferentes mercados. Su ámbito geográfico abarca 71.000 hectáreas -casi dos veces y media más que la de los Montes- de los municipios que configuran esta parte de la provincia, todos ellos de gran tradición olivarera como son Montefrío, Moclín o Íllora.

La DOP Chirimoya de la Costa Tropical de Granada-Málaga es la única que abarca un espacio compartido por dos provincias hermanas. En total son 600 las hectáreas que ampara. Su consejo regulador certificó en la pasada campaña un total de 3,5 millones de kilogramos de las mejores variedades de esta fruta, muy apreciada tanto en España como en mercados europeos a los que se envió un 10% de esta producción, de máxima calidad. 

Por lo que respecta a la Miel de Granada, esta DOP ampara la labor que llevan a cabo apicultores y pequeñas empresas familiares repartidas por distintas comarcas de toda la provincia y que básicamente se localizan en la Alpujarra, en la Costa y en las sierras de Castril y Baza. Aunque miel se produce en muchas otras zonas, lo cierto es que de las 50.000 colmenas existentes, tan solo un 38% de las mismas tiene una producción certificada y avalada por la mencionada denominación. Por lo que a la producción respecta, el último dato referido a 2014 la sitúa en 1.200 toneladas y el precio de venta al por mayor oscila entre los 2,8 y 4,6 euros el kilogramo que una vez llega al punto de venta al consumidor se multiplica por dos e incluso por tres.

Finalmente, los Vinos de Calidad de Granada conforman la quinta DOP de esta provincia. Un sector que ha vivido una auténtica revolución en los últimos años, pues  aunque cuenta con menos bodegas y menos producción que hace tan solo un trienio, la calidad de los caldos hace que su demanda aumente y compitan en los mejores restaurantes y cadenas de supermercados. Con respecto al pasado 2015, la producción alcanzó los 4.901 hectolitros y el número de bodegas que se dedica a esta actividad sumaba 15 frente a las 20 de tres años antes. Siempre en términos de DOP. El número de hectáreas dedicadas a viñedo alcanzaba el pasado ejercicio las 5.500 y el volumen de uva rozó los 40 millones de kilogramos.

Indicaciones

El otro pilar sobre el que se asienta la estructura de la calidad que avala los productos agroalimentarios que produce la provincia granadina son las Indicaciones Geográficas Protegidas (IGP). En este caso suman cuatro: Cordero Segureño, Jamón de Trevélez, Pan de Alfacar y Espárrago de Huétor Tajar. Tanto unos productos como otros comparten unas características de calidad que los hacen únicos, y por tanto muy demandados precisamente por ello.

En el caso del Cordero Segureño, las zonas geográficas donde se crían este tipo de ejemplares corresponden a distintas provincias -Granada, Almería, Jaén, Murcia y Albacete, todo lo que es el sureste español- pero comparten una altitud mínima de 500 metros. Se trata de 144 munic
ipios enclavados en toda esta vasta superficie con unas característica climatológicas semejantes. En el caso de la provincia granadina, la comarca de Huéscar es la que alberga las ganaderías amparadas bajo esta IGP. Los datos de que dispone la Comercializadora Segureña (Cosegur) fijan en 104 los operadores, con dos mataderos  y un centro de cebo. Por lo que a la producción respecta, la facturación del pasado año alcanzó los 5,8 millones de euros.

El jamón de Trevélez poca presentación necesita no solo en España sino en un buen número de países de todo el mundo. La IGP que lleva el mismo nombre certificó una producción de 142.378 piezas durante el pasado 2015, con una facturación que alcanzó los diez millones de euros a tenor de los datos del consejo regulador. Las características de este tipo de jamón son muy especiales. Se trata de un producto de larga curación, la mayor parte con dos años o más; que no está tratado con ningún conservante y que tiene un bajo contenido en sal. Su curación se produce en municipios con más de 1.200 metros de altitud, entre los que se encuentran el propio Trevélez, así como Pórtugos, Bubión, Busquístar, Juviles, La Tahá, Capileira y Bérchules.

La IGP Pan de Alfacar goza igualmente de merecido prestigio. La labor artesanal del pan que amasan los profesionales de esta localidad granadina desde hace siglos, la cocción en horno de leña, las seleccionadas materias primas, hacen del mismo un alimento inigualable. Su ubicación geográfica la comparten el citado municipio de Alfacar y el de Víznar. Su venta se localiza en toda la comarca metropolitana de Granada así como en la propia capital, donde son diferentes despachos de pan los que ofrecen este producto. Actualmente se mantienen 44 hornos en funcionamiento, con una producción diaria que supera los 8.000 kilos de pan, y es con diferencia la primera industria y fuente de riqueza y empleo en ambos municipios. Los formatos en los que se ofrece el pan de Alfacar están configurados por los ‘bollos’ de 250 gramos y los bollitos de peso inferior que se reconocen por sus terminaciones en puntas denominadas ‘tetas’ y formadas a mano; los ‘roscos’ de 250 gramos con forma de elipse; las ‘roscas’ de 250 y 500 gramos con forma de corona; y finalmente, las ‘hogazas’ de 250, 500 gramos y un kilogramo con su forma bombeada y en el interior una miga cremosa y suave.

Por lo que respecta a la IGP Espárrago de Huétor Tájar, la característica fundamental que lo diferencia con respecto a otras hortalizas similares que se cultivan en distintos puntos de la provincia y del resto del país es su peculiar color entre verde y morado. También un sabor más intenso y algo más amargo. Según los datos proporcionados por el consejo regulador, la pasada campaña se saldó con una producción de 26.000 kilogramos, ligeramente inferior a la obtenida en 2015 y que sumó una tonelada más. La mayor parte de esta producción se vende y consume en España, pero la apertura de mercados como los de Francia hacen que las cooperativas productores hayan puesto lo ojos en el exterior para vender un producto de gran aceptación por su elevada y contrastada calidad. El área de cultivo de este tipo de espárrago se localiza en los municipios de Huétor Tájar, Íllora, Moraleda de Zafayona, Loja, Villanueva de Mesía y Salar, con un total de 9,5 hectáreas protegidas.   

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