Las mujeres ante el reto de crear empresas

Cuando hablamos de economía y empresa siempre nos viene a la cabeza el tamaño de las mismas, es tema de máxima actualidad y, sin duda, un indicador importante.

Pero es sólo un dato y no necesariamente el más relevante. La aventura de emprender no puede quedarse en términos generales, hay que buscar indicadores que nos ofrezcan un verdadero panorama de la situación económica a nivel mundial y en nuestro entorno más cercano. Y en esa visión más ampliada, no hay que olvidarnos de la perspectiva de género.

Y es que, es cierto que las empresas lideradas por mujeres tienen por lo general un menor tamaño, pero un estudio más profundo hace visible que suelen tener una mayor vigencia en el tiempo y que son un pilar fundamental; por ello, se hacen imprescindibles políticas de reconocimiento de estas empresas y, cómo no, entrar en el tema nuclear.

A nadie se le escapa que la incorporación de la mujer al mundo empresarial, tiene un primer obstáculo por la dificultad de contar con recursos estratégicos tan fundamentales como un mayor acceso al crédito. No se sale, por tanto, en igualdad, sino en peores condiciones lo que ya, en una primera conclusión, puede desinflar la iniciativa y dar al traste con proyectos que realmente merecen la pena ser apoyados.

Por eso es fundamental el trabajo de organizaciones como la Asociación Granadina de Mujeres Empresarias. No es difícil que nos demandas de ayuda de mujeres que tienen una idea innovadora o una propuesta competitiva que haría aumentar su producción, su rentabilidad y, con ello, el crecimiento de la oferta de empleo. Pero no siempre las entidades bancarias dan un paso adelante. Todavía hay reticencias.

Es sorprendente porque, insisto, si nos ceñimos a los estudios ya existentes del peso en términos económicos de las empresas dirigidas por mujeres, nos damos cuenta de que tienen unas cifras alentadoras: dinamismo, rentabilidad y permanencia. ¿A qué se deben entonces los obstáculos existentes?

Lamentablemente  el primer desafío al que nos enfrentamos son los valores socio-culturales muy arraigados todavía en nuestra sociedad, en algunos casos no visibles, caso del mundo rural donde la “discriminación” alcanza mayores cuotas.

La sociedad ha estado acostumbrada a que los hombres hagan negocios con los hombres, a que las mujeres hayan estado en un plano inferior. Y está costando que esto cambie; más de lo que deseamos. No nos dejemos guiar por los cantos de sirenas que quieren ver esto como algo normal. Lo normal será cuando toda mujer que tenga una idea de negocio viable pueda llevarlo a cabo sin trabas. Eso sí es igualdad real.

*Conchi González Insúa

Presidenta de la Asociación Granadina de Mujeres Empresarias (AGME)

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