Construcción: signos de recuperación

Cuando un sector cualquiera atraviesa un momento de crisis, es fundamental que la administración active los engranajes necesarios para contrarrestar los efectos negativos y los desequilibrios que se van a producir. Si, además, hablamos del sector de la construcción, que en años previos a la crisis representaba más el 10% del PIB de España, entonces deja de ser fundamental para ser vital. Tras años de travesía por el desierto, tenemos muestras claras de revitalización, principalmente en la edificación. No hablaré en este caso de la obra civil, en donde la falta de inversión pública sigue siendo abrumadora. En cualquier caso, esas muestras de mejora, ese incremento de grúas en el horizonte, se ha producido a una velocidad tal, que nos ha pillado a todos con el casco guardado en desván. Nadie ha sabido prever que, durante la larga crisis, era lógico que se produjera una reubicación de mano de obra a sectores como la agricultura o la hostelería, entre otros. Nadie supo ver que durante 10 años nuestros jóvenes tenían a la construcción borrada de la lista de posibles salidas profesionales (si es que aún seguían en España). Y tampoco nadie alcanzó a vaticinar que en algún momento esa crisis llegaría a su fin y que entonces íbamos a tener un problema importante de mano de obra cualificada para retomar el volumen perdido. Ya estamos en ese momento. La crisis económica del sector ha terminado y tenemos una nueva crisis por delante: la falta de mano de obra cualificada en oficios claves como albañilería, ferralla o encofrados. Las empresas constructoras, sean del tamaño que sean, están sufriendo cómo los costes se disparan, cómo los contratos acaban siendo una trampa mortal y cómo los plazos empiezan a ser imposibles de cumplir. Solo cabe una solución: que se active urgentemente la formación profesional enfocada a la construcción y que, mientras llega el mensaje, las empresas tomemos la iniciativa. La coordinación entre servicios públicos de formación y empleo, junto con organizaciones empresariales, debe ser ágil. Además, a eso hay que sumarle una labor de limpieza de imagen y de mejora del atractivo como sector, con el objetivo de mostrar oportunidades de empleo interesantes y duraderas.

Las empresas que hemos sobrevivido nos debemos a nuestros trabajadores. Gracias a ellos seguimos adelante y tener equipos fieles, experimentados y comprometidos es ahora una ventaja competitiva. Nuestro sector necesita tener de nuevo el foco de la política y administraciones públicas, necesita un plan de captación de talento y de formación propio, pero sobre todo necesita que el próximo problema que surja nos pille con el casco puesto.

José Antonio Martínez Amat

Director General 

de Jocón Infraestructuras

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