“Faltan ideas que sean rompedoras, que cubran las necesidades existentes”
El empresario afirma que Granada está “sobrada de personalismos” y “carente de proyectos ganadores con visión de futuro”

Antonio Sánchez Iglesias preside y es socio fundador de la Escuela Internacional de Gerencia (EIG), que nació allá por el año 92 y en cuyas instalaciones se han formado y lo siguen haciendo numerosos jóvenes con la vista puesta en convertirse en empresarios. O estos últimos que quieren completar su formación. Desde una posición privilegiada como la que le ofrece el trabajo que desempeña y con una experiencia empresarial acumulada de largo recorrido, analiza en la entrevista con GRANADA ECONÓMICA los retos que se plantean no solo a quienes han decidido poner en marcha una empresa, sino también al tejido societario granadino que ha de prepararse para una progresiva desaceleración. Afirma que las pymes no se preocupan por la formación porque creen que con el esfuerzo personal se resuelve todo. Y se muestra convencido de que si Granada consigue el proyecto del acelerador de partículas, habrá un antes y un después en la historia económica de esta provincia.

¿Qué balance puede hacer de los 27 años transcurridos al frente de la EIG y qué hitos destacaría de esta trayectoria?

La historia de esta escuela es la de los alumnos que han pasado por aquí. El balance podría resumirlo en un 33% de ellos que han emprendido negocios; en otro 40% que están en proyectos empresariales propios o familiares, y en un porcentaje amplio que se encuentran trabajando en empresas internacionales. Por lo que respecta a los hitos de la EIG, diría que están basados en la colaboración con otras escuelas. En el inicio hicimos un acuerdo con la Universidad de Derby, para darle carácter internacional a nuestros esudios. Posteriormente, desde 2003, que es cuando nos vinimos a esta sede, pactamos un convenio de partenariado con ESIC para poner en marcha los programas master. Y el tercer hito es el que supone que hace tres años arrancamos con los ciclos superiores de formación para la empresa. El perfil del alumnado combina a empresarios que quieren perfeccionar su formación y jóvenes egresados de distintas universidades que quieren formarse en distintas áreas, como pueden ser finanzas, internacional y otras.

¿Qué master imparte hoy la EIG y cuál de ellos destacaría?

Tenemos más interés por programas de tipo internacional, como el de Negocios Internacionales, que se hace íntegramente en inglés, y fuimos pioneros en España en ello. Pero hay una amplia gama de estudios por los que nuestros alumnos pueden optar.

¿Da por sentado que cualquier joven universitario que quiera dedicarse a gestionar una empresa o poner en marcha su propio negocio ha de pasar por este tipo de formación?

Hay que distinguir en este tipo de enseñanza, la que imparten escuelas tradicionales y otras que damos respuesta a las necesidades de las empresas hoy en día. Las empresas no están dispuestas a contratar a gente que en el futuro dará sus frutos, sino que quieren a quien lo haga desde el primer momento. Por ello adquiere mayor relevancia la formación práctica para el momento. Estos jóvenes han de salir formados para esto último. Este es el gran cambio que las escuelas de negocios han tenido en los últimos años, pero algunas todavía no han apostado por el mismo.

Hemos salido de una crisis económica muy dura de ocho largos años y ahora se avecina una desaceleración tras un periodo de tres o cuatro años de crecimiento. El propio Banco de España ha alertado de un aumento del PIB para 2019 del 2% frente al 2,4% inicialmente previsto. ¿Están las empresas preparadas para soportar una caída del mercado?

Las pymes van a remolque y siempre tarde. Primero, no tienen preocupación por la formación porque creen que con el esfuerzo personal se resuelve todo. Y en segundo lugar, no muestran intención de anticiparse a lo que se les viene encima. Es decir, se pone de manifiesto que a los problemas de hoy no se se les planta cara con aperturas de mercado, alianzas con otras empresas, investigación de mercados o productos… No están en ello o les costará mucho. Hay que tomar en cuenta que no cambian las empresas, sino el modelo de negocio y cuando esto ocurre creen que no les va a afectar. Un error. La banca lo ha sufrido con las tecnológicas. Si esto ocurre, tienen que pensar por dónde va el cliente y que han de hacer para adaptarme a sus necesidades.

Indicadores negativos

Las últimas estadísticas hechas públicas revelan que el índice de confianza empresarial y de constitución de nuevas empresas han caído significativamente en Granada. ¿Es lógica esta reacción ante un panorama que comienza a ser adverso?

El empresario que asume un riesgo en realidad lo que busca son certezas, pero estas no existen de cara a un futuro. Uno es capaz de plantear lo que quiere e ir a por ello. Cuando hay un claro panorama internacional de incertidumbre, como es el caso, éste ensombrece tus expectativas. Pero hay que planteárselo también como la apertura de nuevas oportunidades, que hay que buscar, porque el mundo sigue viviendo y hay nuevos nichos de mercado que hay que explorar.

La otra cara de esta misma moneda la representan proyectos como el que recientemente daba a conocer la farmacéutica Rovi, con una inversión millonaria en una nueva planta en Escúzar. ¿El tamaño es la clave?

No necesariamente. Lo importante es la visión. Cómo ha de hacerlo cada pyme sobre el futuro de modelo del negocio. Cuando piensan que no pueden hacer cosas por falta de financiación, no es verdad. Hay dinero suficiente, lo que faltan son ideas que sean rompedoras, que aseguren cubrir las necesidades existentes.

Hay una pregunta recurrente en este punto: Si Granada consigue atraer el acelerador de partículas, ¿hablamos de un horizonte económico, empresarial, de trabajo, totalmente distinto al panorama actual?

Sin duda alguna. Pero no es Granada en solitario la que ha de alcanzar este reto. Es un proyecto de España, de Andalucía… Hemos de estar todos juntos, como cuando vamos a pedir ser la sede de una olimpiada y se moviliza desde el rey, pasando por el presidente del Gobierno y los responsables de otras instituciones. Porque este proyecto, se consiga o no, no quita nada. Al contrario, añade y lo hace ante un futuro de visión especial en el que dará salida a unos puestos de alta especialización, que nos situarían a la vanguardia tecnológica para competir en todo el mundo. No hay otra opción. Hay que traer sí o sí el acelerador.

Pero parece que la sociedad granadina no es muy consciente de ello…

Porque alguien tenía que estar vendiéndolo. Y si no se hace es para evitar que si no lo conseguimos haya una sensación generalizada de frustración. Pero los fracasos ocurren cuando se intentan cosas. Si estamos convencidos de que este proyecto cambiaría a la sociedad a mejor, hay que hacerlo. Y si no sale, no pasa nada.

Riesgos turísticos

Otra cuestión de actualidad viene de la mano de la quiebra del gigante turístico Thomas Cook. Granada tiene puestos muchos recursos en el sector del turismo, pero no en otros como la agricultura o la industria. ¿Nos exponemos demasiado a cualquier cambio de tendencia?

Granada tiene un potencial turístico que no sólo no hay que abandonar sino desarrollar todo lo posible. Y ha de hacerlo en calidad y no en cantidad, pues en esto último siempre habrá destinos que compitan mejor en precio y a los que se irán muchos visitantes. Dicho esto, no significa que no haya que proteger y mejorar otros sectores económicos como el agrícola, porque por ejemplo los agricultores de la Costa tienen una visión internacional que resulta magnífica. ¿Qué necesita? Mayor profesionalización, pues las nuevas tecnologías la van a cambiar de forma sustancial. Y a ello se une la necesidad de contar con agua suficiente para dar vida a otros cultivos, donde los empresarios han anunciado miles de puestos de trabajo si se aprovechasen estos recursos. Ha hablado del sector biotecnológico, donde hay un gran potencial y grandes capacidades. Por lo que se refiere a la industria, tenemos que pensar que nos hemos quedado por debajo de la necesaria, pero donde no ha habido industria no es fácil de implantarla de la noche a la mañana. De ahí, insisto, en que el que el proyecto del acelerador es trascendental porque impulsaría precisamente un sector de vanguardia.

Pese a que estas recetas parecen claras, Granada se mantiene anclada en el furgón de cola de los principales indicadores económicos. ¿Por qué seguimos en esta situación desde hace décadas? Máxime cuando hay un gran capital almacenado en bancos a nivel provincial sin utilidad alguna.

Ese dinero miedoso no va a salir al mercado. Sus propietarios quieren que se les remunere sin correr riesgo alguno. Pero yo no recurriría a ese dinero, sino al que atraigan proyectos que sean capaces de convencer a inversores. Las personas no unimos, unen los proyectos. Y a Granada le falta, precisamente, esa visión de altura que proponga trabajar en tres o cuatro proyectos vitales. Trabajemos sobre proyectos de destino, que la gente quiera venir a aquí a ponerlos en marcha. Pero si queremos competir con otros, no podemos tener un AVE que tarde cuatro horas en ir a Madrid y pase a 50 kilómetros por hora por Loja. Los proyectos, los buenos proyectos, atraen la inversión e implican a la gente. Nos equivocamos en los personalismos y aquí andamos sobrados de ellos. Hay que ir a por proyectos ganadores con visión de futuro. No hay otra salida.

La internacionalización de la empresa es todavía una asignatura pendiente, a pesar de honrosas excepciones. ¿Qué queda por hacer en este campo?

A veces algo tan sencillo como establecer alianzas con otras empresas. Pero vuelvo a lo anterior. Los personalismos frenan estas alianzas, estrategias que han demostrado dar unos grandes frutos. Nosotros que llevamos 27 años con esta escuela, hemos defendido siempre las alianzas porque han dado muy buenos resultados. Ahora trabajamos en otro que supone la formación no presencial. Estamos implicados en una alianza con una organización empresarial para dar esa formación en cualquier lugar del mundo. Somos una empresa pequeña y por ello no podemos tener la mejor tecnología que nos sirva para este empeño, pero si nos aliamos con quien sí la tiene, tenemos la cuestión resuelta. Es lógico que tendremos que ceder una parte de nuestro beneficio, pero será en favor del proyecto.

Supongo que ese proyecto afectará a la infraestructura de la EIG. ¿Cuál es la misma hoy antes de que se materialice y adquiera otra dimensión?

EIG trabaja en programas de larga duración con unos 400 alumnos, a los que habría que añadir los que están en programas cortos y en empresa. Los profesores suman unos 60, lógicamente no todos a tiempo completo, más los que vienen a los master los fines de semana, que son gente de empresa. Suelen dar seminarios de fin de semana durante tres o cuatro semanas. Esta es nuestra realidad hoy en día.

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