Infarto

Muchas más de siete son las diferencias entre la gran crisis del 2008 y la crisis bíblica que se nos ha echado encima. En apenas una semana hemos pasado de revisar rutinariamente el grado de cumplimiento de los objetivos a asumir que estamos ante una situación que aparecerá con letras grandes en los libros de historia.

Si aquella fue como esas enfermedades largas que se cuecen a fuego lento y que, cuando dan la cara, el tratamiento es largo y duro, en este caso el estado ha tenido que provocar un infarto a la economía como tratamiento de la pandemia. Con la economía infartada la pregunta es si las autoridades disponen de un desfibrilador del tamaño necesario para que, cuando toque, reanimar al enfermo y si las secuelas del infarto serán reversibles tras la reanimación.

Conforme pasan los días del confinamiento y nos hacemos con el teletrabajo –los que podemos- surgen debates que embarran la situación. Uno de ellos con alto componente político se ceba en la construcción. Con ruido creciente indican que no es un sector imprescindible y piden por cielo, mar y tierra el cierre total del sector. El RD promulgado por el gobierno no prohíbe actividad productiva alguna siempre y cuando se tomen las medidas necesarias tanto en camino al tajo como en el puesto de trabajo. Podemos observar mucho desconocimiento de lo que es una obra, de cómo se organizan los trabajos y que es posible seguir produciendo y, a la vez, respetar las medidas más estrictas promulgadas por los expertos.

Toda la parte minorista del sector de la construcción ha cerrado sus puertas pero parece que para algunos no es suficiente dado su recién adquirida maestría en la contención de pandemias. Quisiera no pensar que de nuevo algunos grupos quieren focalizar en este sector todo su rencor, quisiera pensar que esa lectura extrema del RD no tiene como fin último señalar a este sector clave en la economía y que, justo cuando salía del túnel, se le ha abierto un abismo a sus pies.

Por otro lado es importante que todos sepan que el sector de la construcción están directamente ligado al primario y a la alimentación vía el sector transporte por carretera. Gran parte de los camiones que vemos por nuestras carreteras mueven diversa mercancías compatibles minimizando la repercusión euro por kilómetro recorrido. Si paralizase por completo el sector de la construcción el sector del transporte debería repercutir el 100% del coste a los artículos de primera necesidad que llenan los lineales de los supermercados.

Hablando con proveedores, clientes, compañeros todos concluimos que esta vez no estamos solos, esta vez el sector de la construcción no se verá sólo mendigando soluciones para salir de esta hecatombe. La única noticia esperanzadora es justo eso, salvo que las autoridades mundiales decidan que juntos de la mano volvamos al sXIX con fibra óptica y muchos megas, deberán diseñar un nuevo marco que nos permita salir de esta situación con los mínimos daños.

José Luis Zurita Urbano

Responsable Negocio Morteros Danosa Granada

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