La nueva normalidad

Con la finalización del estado de alarma, las empresas se enfrentan a este periodo de incertidumbre que el gobierno denomina “nueva normalidad”. Ahora las empresas que se han visto obligadas al cierre forzoso de su actividad, a acogerse a los ERTE, a renegociar sus alquileres y su financiación, se encuentran en un nuevo periodo en el que aparecen las consecuencias de las moratorias firmadas sin que esta nueva normalidad se parezca en nada a la anterior, en la que si podíamos ejercer la actividad económica con mejor o peor suerte.

Muchas de las empresas no van a poder subir las persianas dado que, aun pudiendo, algo que se queda un poco en el limbo si los rebrotes empiezan a tener fuerza, no van a poder contar con un mercado activo que permita hacer negocio y llevar a buen fin el ejercicio económico. Muchos nos vamos a ver obligados a tomar medidas drásticas ya que las ayudas en los seguros sociales con los ERTE, los ICO y las moratorias solo nos facilitan el endeudamiento futuro sin expectativa de resultado económico positivo.

Bien es cierto que en esta nueva normalidad, las normas son un poco más flexibles en cuanto a la responsabilidad de los administradores societarios, dilatando la obligación legal de presentación de concurso voluntario hasta el 31 de diciembre de 2020, y por tanto no se va a tener en cuenta la insolvencia inminente de los dos últimos meses como anteriormente, se va poder esperar hasta final de año para instar concurso sin ser declarados responsables de esta insolvencia sobrevenida llamada Covid.

Con esta moratoria concursal se busca dar tiempo para que a las empresas obtengan refinanciaciones, que esperemos estén subvencionadas y también llegar a acuerdos de acreedores con el fin de evitar situaciones de liquidación que lleven a la desaparición de empresas con la consiguiente desaparición del tejido empresarial, puestos de trabajos, etc…

En este periodo que está comenzando además de adaptarnos a una nueva forma de relacionarnos con los demás, también nos fuerza a adaptar el ejercicio de nuestra actividad tanto física como digitalmente y buscar el beneficio ante una nueva situación económica compleja e impredecible. Como dice Albert Einstein “en los momentos de crisis solo la imaginación es más importante que el conocimiento”.

Solo nos queda esperar que de la mano de la nueva normalidad no venga una subida de impuestos tal y como parece esperar cuando haya que devolver todas las ayudas europeas que estamos esperando como agua de mayo.

 

Esther Vaquero,

Economista-Asesor Fiscal Colegio Profesional de Economistas de Granada.

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