¡Que fabriquen ellos!

Superados los 25 años en el sector de la construcción sigo de sorpresa en sorpresa viendo cómo se desmontan  verdades que se solían dar por absolutas.

Antes de la pandemia teníamos asumido que cualquier crisis afectaba a nuestro sector, el “just in time” era la forma más eficiente de gestionar los inventarios y que no pasaba nada por dejar a China ser la fábrica del mundo; las tres se han derrumbado como un castillo de naipes.

Tras superar dignamente el histórico 2020 y con buenas expectativas para los años siguientes, en estos primeros meses de 2021 se están materializando dos riesgos que están poniendo en jaque la forma de gestionar tanto el proceso constructivo en sí como la industria de los materiales de construcción. La falta de mano de obra capacitada y la escalada de precios en materias primas es un riesgo cierto por gestionar si no queremos ser incapaces como sector de aprovechar los años de bonanza que se predican desde los púlpitos políticos.

En cuanto a la situación de la mano de obra es sabido que la gran crisis 2008-2014 expulsó del mercado a varias generaciones que debieron buscarse su futuro en otros sectores, otras cuantas se jubilaron y para las nuevas quedamos marcados como no interesante para labrarse un futuro. Estos tres factores pueden estar tras la falta acuciante de personal cualificado.

Pero  el gran riesgo nos viene una vez más de China a la que durante años nombramos “la fábrica del mundo”. Su crecimiento sostenido acapara ingentes cantidades de materias primas y nos ha abocado a una situación en la que poco hay que negociar en precios y sí mucho que rezar para que los pedidos lleguen y no se paralicen las líneas de producción. Aún no podemos evaluar el impacto de esta subida constante de precios, pero, con toda seguridad, no saldrá gratis. El mercado regulará hasta cuando el producto final puede asumir esta subida de costes sin fin, pero, por el camino igual se quedan fabricantes, constructores o promotores que no asuman su papel de mera correa de transmisión. No es de extrañar que se nos eche encima una nueva crisis de impagos. En estos momentos es temerario intentar asumir las subidas de costes con el objetivo de fidelizar o ganar clientes, no hay margen que lo soporte.

Si complejo está siendo abordar la falta de mano de obra cualificada o enfrentarse a constantes subidas de precios, el impacto más decisivo que se prevé es asumir que es imposible dejar en manos de países, China, por ejemplo, la transformación de materias primas en productos para la industria en general. La primera víctima ha sido el “just in time” pero no será la única ya que basarlo todo en aumentar los stocks es un parche y no una solución con carácter definitivo. Europa deberá volver a garantizarse un alto porcentaje de la producci-ón que deslocalizó en décadas pasadas en búsqueda de mano de obra barata y legislación medioambiental permisiva. Algunos sectores como el mueble ya han iniciado ese camino y han acertado.

  

José Luis Zurita Urbano

Jefe de producto Morteros y SATE en Danosa

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