Marcas con alma
Ángela Rodríguez. CEO de Equilatera

¿Cómo quiero que me recuerden?… Sé que una imagen vale más que mil palabras, pero ¿transmito realmente lo que pretendo?

Según la definición de una marca en RAE (Real Academia Española): señal que se hace o se pone en alguien o algo, para distinguirlos, o para denotar calidad o pertenencia. Y es que el significado de marca ha crecido tan exponencialmente en los últimos años, que o nuestras marcas tienen alma o corremos el riesgo de caer en el infierno del olvido.

Tanto si gestionamos clientes como si gestionamos nuestra propia imagen debemos repetirnos hasta la saciedad que una marca no es un logotipo, una marca es mucho más: es el conjunto de tangibles e intangibles que constituyen la imagen de una empresa, desde lo que se percibe exteriormente hasta el equipo humano que la forma. La marca se encuentra en todos y cada uno de los rincones de la empresa.

Tenemos que tener claro que una marca con alma es aquella con propósito, que tiene resuelto el cuerpo o funcionalidad de su producto o servicio y que, además, son empáticas, sensibles y buscan llegar a las emociones de sus clientes por medio de sus valores, para que nos entendamos, una marca con alma es como esa persona que haga lo que haga te enamora, está deseando de volver a ver, la adoras, confías en ella al 100% y sin duda es a quien compararías lo que te ofreciera porque siempre, siempre, siempre… te hace vibrar. Y ahora que tenemos claro que necesitamos esto para nuestra marca ¿cómo construyo una con alma?

Primero: cambia desde adentro. Una vez que ya tienes definido tu propósito tendrás que ajustar los procesos, la cultura de empresa y la comunicación con clientes para que vayan alineados con estos valores. Como dicen de la mujer del César ‘no solo hay que serlo, sino parecerlo’. Segundo: alinea tu propósito de marca con tu modelo. Debemos tener en cuenta que los consumidores de una marca confiarán más en marcas que tienen un propósito vinculado a su modelo de negocio, que las que hablan y hablan pero no cumplen lo que promete en su promesa de marca. Tercero: mide a tu competencia desde los valores. Nuestros valores como marca son lo que nos hacen únicos y diferencia de la competencia. Puede haber productos iguales o similares, podemos tener servicios más o menos parecidos, pero nuestra diferencia estará no solo en lo que somos sino en lo que hacemos sentir: el valor del valor. Cuarto: genera diferenciación.

Por último tener en cuenta que nuestro posicionamiento de marca ya no es lo único que nos diferencia del resto, nuestra responsabilidad social como marca y lo que aportamos a la sociedad juegan un papel fundamental en nuestra construcción del alma de nuestra marca. Y es que ya decía el gurú de las marcas Andy Stalman “el producto se olvida, pero la experiencia no”. Por lo que si quieres ser diferente y por tanto escogido, crea experiencias, genera emociones, escucha, empatiza y solo así tendrás un valor como marca y una marca con alma.

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