Editorial. Opinión-Granada Económica

Javier CANDEL ERENAS

El IVA. Si no puedes convencerlos, confúndelos.

Si una lección se puede extraer de la crisis, es la necesidad de que no nos confundamos y que no nos confundan. Y digo esto por cuanto es necesario distinguir qué es gasto público, qué parte de dicho gasto se destina a inversión pública, y qué cifra se destina a gastos corrientes. 

 

Sobre estas premisas quizás debamos exigir cierta responsabilidad a la Administración, no sobre qué cuantía se adeuda sino en qué nos hemos adeudado y de qué nos ha servido.

Todo lo que expongo deriva de la simplista motivación que esgrimen nuestros próceres políticos para argumentar, que no justificar, la subida del IVA.

Las primeras manifestaciones que sostenían que dicha subida no la sufrirían las rentas bajas nos mostraban que la nueva regulación apuntaba maneras, agradecemos que ahora se esgriman motivos menos burlescos.

Por un lado el Gobierno se escuda en el mantenimiento del sistema social de desempleo. Tal motivo no me enternece, por cuanto el trasfondo real es el excesivo endeudamiento al que se ha llegado con políticas improductivas, y sin repercusión sobre la necesaria inversión pública que requiere un país como el nuestro, tanto en I+D+i, como en inversión, vitales para el crecimiento económico, al menos, en el largo plazo. 

Por otro lado se esgrime su escasa incidencia sobre el consumo, debido a los bajos niveles de inflación. Es paradójico que el empresariado se haya visto obligado a bajar sus márgenes de beneficios, precios e ingresos, más necesarios que nunca, si una subida de los mismos no repercute en el consumo.

Asimismo, no debemos olvidar su incidencia sobre aquellos sectores que realizan operaciones sometidas a recargo de equivalencia exentas o sujetas a la regla de prorrata, por el coste que supone el IVA soportado en sus inputs, que deberán repercutir en el consumidor final.

No falta el tópico de la comparativa con los países comunitarios, con fiscalidad superior, pero con nivel de ingresos, renta disponible y productividad muy alejados del nuestro, lo cual no se cita. 

Es lamentable que el coste muy inferior de los seguros sociales en dichos países, su mayor flexibilidad en la contratación, y su menor rigidez en el ámbito salarial y de negociación colectiva, no sirva de justificación para afrontar una reforma de calado en el plano laboral, con una incidencia directa sobre la creación de empleo.

La política fiscal está alcanzando un ánimo únicamente recaudatorio,  sin observar las necesarias medidas que deben acompañarla para que se consiga una reactivación de la economía. 

Como decía Churchill, una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse tirando del asa.

Tal subida se producirá finalmente, y se olvidará la necesaria regulación de las consecuencias que la morosidad conlleva sobre las cuotas de IVA repercutido, la posible compatibilidad con la Directiva comunitaria de un criterio de caja, sobre un criterio de devengo, y la exigencia de levantar el peso de las cada vez más exigentes obligaciones fiscales, materiales y formales, que asfixian a la pequeña y mediana empresa.

(Javier Candel Erenas es abogado y asociado en Granada de Cremades & Calvo Sotelo) 

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