Muchas dudas…pero menos

EDITORIAL

No sabemos si por hastío o por convicción, pero lo cierto es que el empresario granadino empieza a dar muestras de cierta confianza, todavía muy incipiente y frágil, y ello a pesar de que al cuarto trimestre se teme como a una plaga bíblica. Las razones, tras un somero análisis de los datos que proporciona el Indice de Confianza Empresarial que ha hecho público la Cámara de Comercio, son un enigma y para localizarlas tal vez habría que bucear en la sociología o en la psicología antes que en los datos objetivos que nos proporciona la economía. Sigue siendo válida, naturalmente, la máxima keynesiana relativa a la confianza porque la economía necesita toneladas de la misma, por encima de cualquiera otra cosa. Sin perjuicio de ello, el estudio revela lo que todo el mundo ya sabía, que el consumo sigue muy flojo y que los bancos sólo están preocupados por equilibrar sus cuentas. Una vez rescatados, el resto del mundo ya puede sufrir el diluvio universal que ellos no se mueven, por más que maquillen su comportamiento con costosas campañas de imagen. Otro de los aspectos valorados por los casi 500 empresarios muestreados ha sido el relacionado con la influencia de la reforma laboral y, tal y como nos temíamos, en Granada, nada más y nada menos que la mitad de los consultados, no tiene opinión o,  para ser más precisos, no valora ni positiva ni negativamente la misma. Están demasiado ocupados en salvar sus empresas como para valorar una reforma laboral que bien parece pensada para otra realidad económica. Aquí la inmensa mayoría de las empresas son pymes y cuando tienen que despedir a alguien sufren tanto como el trabajador. Es verdad, como se apunta desde la Cámara, que la formación es esencial, pero no podemos olvidar que en una situación en la que no hay confianza para consumir ya puedes hacer tres master que el mercado no va a contar contigo. Otro tanto se puede decir de la empresa, aunque en este caso tiene más sentido la inversión en formación pues la caída del consumo provoca una lucha por la supervivencia feroz y prepararse para esa batalla tiene sus ventajas. No nos engañemos, sin consumo no hay nada porque este sistema se basa en él.  Y para que el consumo se active es preciso empezar a vender confianza en cantidades industriales. Y es para ayer.  

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