Un pepino andaluz en la corte de 'frau' Merkel

Granada Económica • Editorial – Opinión

Domingo Funes

Entre la crisis generada por los desplazados del conflicto libio, que desembocó en el conocido incidente franco-italiano del cierre de fronteras a los trenes provenientes de Italia, la posición del Gobierno danés cerrando unilateralmente las fronteras y vulnerando el tratado de Shengen y la reciente movida de los pepinos, Europa está tal vez en sus horas más bajas desde que se firmara el tratado del Acero y el Carbón (CECA), embrión primigenio de la UE, allá por 1951.

A las críticas por lo que muchos entienden como excesiva mercantilización, ignorando aspectos sociales, se une ahora la incertidumbre sobre su propia esencia liberal: ni siquiera parece un mercado único. La alegría con que la responsable de Sanidad del lander de Hamburgo señaló al pepino, importándole otro las consecuencias, no hacen sino corroborar, más allá del respeto que le tenga a España o Andalucía, el poco cuidado que se tiene con el mercado común. Porque en un mercado pretendidamente común, los agentes intervinientes no pueden estar guardándose las espaldas ante sus propios socios ¿qué mercado sería ese?, sino todo lo contrario, se debe tener claro que las reglas son iguales para todos y que los errores se pagan. Que venga de Alemania la afrenta, una de las locomotoras e impulsoras de la propia Unión Europea, aún es más preocupante.  

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