La transferencia de conocimiento de la universidad a la empresa: ¿Misión Imposible?

La transformación de la universidad clásica en universidad emprendedora que desde las instituciones europeas se viene promoviendo desde hace ya dos décadas, responde a una demanda social que se ha visto intensificada ante la grave crisis económica que aún hoy venimos padeciendo. Crisis que en nuestro país ha sido más intensa, como ya vaticinara el Profesor Nathan Rosenberg (Universidad de Stanford), recientemente fallecido, en su visita a nuestro país hace una década, afirmando que “España va a sufrir si no empieza a innovar”. Desgraciadamente, esta crisis se ha llevado demasiadas cosas por delante. Pero ¿qué es crisis? Según dicen, en un discurso pronunciado por JFK en 1959 en Indianápolis, comentó: “En chino, la palabra crisis se compone de dos caracteres. Uno representa peligro. El otro representa oportunidad”. Al margen de que no sea cierta esa interpretación, dicen que fue sólo un invento de puro marketing político, lo que sí es cierto es que toda etapa de crisis puede convertirse en una oportunidad. Oportunidad para emprender. Oportunidad para innovar. Oportunidad para mejorar.

La generación de conocimiento y su transferencia a la sociedad pasan a ser, en esta coyuntura,  una prioridad ineludible para una institución que siempre, desde su fundación, ha estado íntimamente ligada a la sociedad que la vio nacer. Juega, en consecuencia, nuestra universidad un papel relevante como agente comprometido en la transformación hacia un modelo de crecimiento económico sostenible, basado en el conocimiento. Así lo recoge nuestro marco normativo, la Ley Orgánica 6/2001, de 21 de diciembre (L.O.U) y su modificación en el texto refundido 4/2007, que define en su artículo 1.2.a y 1.2.c, como funciones de la Universidad “La creación, desarrollo, transmisión y crítica de la ciencia, de la técnica y de la cultura” y  “La difusión, la valorización de la transferencia del conocimiento al servicio de la cultura, de la calidad de vida y del desarrollo económico”, respectivamente. 

Pero junto a esa evolución de la universidad, es imprescindible la transformación de la empresa tradicional en empresa innovadora, capaz de incorporar el conocimiento generado y la tecnología desarrollada en el sistema público de investigación, convirtiéndolo en nuevos productos, procesos o servicios que den valor añadido, generen empleo cualificado y mejoren su competitividad.

Tras más de veinte años, aún queda mucho camino por recorrer. Se hace necesario crear un entorno favorable a la innovación, revisar las organizaciones y, en definitiva, reinventarse continuamente. Siguiendo a Rosenberg, la receta consiste en diseñar nuevas políticas públicas que faciliten la creación de empresas, una mayor inversión privada, la difusión de las ventajas de la tecnología entre la población, la continua colaboración entre universidad y empresa, y una educación superior de calidad. Si todos alineamos estrategias, la transferencia de conocimiento será una Misión Posible. 

Compartir es demostrar interés!