Futuro del sector del aceite de oliva
Rafael Serrano Presidente Conde de Benalúa (San Sebastián SCA)

El olivar andaluz ha sido hasta hoy un cultivo que fijaba población en el entorno rural, creaba empleo y representaba el futuro de muchas familias y muchos pueblos.

Ahora el sector atraviesa momentos de incertidumbre. El fuerte incremento de plantaciones en el mundo y la entrada en juego del olivar intensivo y superintensivo han provocado un escenario nuevo. Este hecho, unido a un stock estructural, está provocando una serie de problemas en forma de exceso de oferta mundial y, en consecuencia, precios bajos. La falta de dimensión y profesionalización en nuestro sector es el principal problema y es lo que, unido a la situación actual de baja rentabilidad en agricultores, almazaras y comercializadores, está haciendo saltar todas las alarmas.

Todos lo estamos pasando mal, sobre todo los agricultores más pequeños del olivar tradicional, que son cultivos con costes más altos y con menor producción. El precio medio del aceite en esta última campaña ha descendido en más de 1 €/Kg con respecto al precio medio de los últimos 5 años. Previsiblemente, la tendencia alcista de la producción en el mundo seguirá año tras año y las plantaciones nuevas en otros países son también en muchos casos más competitivas. Además de todo esto, hay que tener presente que la próxima PAC no parece estar valorando está situación para tratar de compensar de algún modo la poca rentabilidad estructural que presenta el olivar tradicional. La situación no pinta bien. Las recetas del pasado para afrontar situaciones de bajos precios no han dado los resultados esperados. Lo que sí han provocado, en cambio, es que España arbitre todo el stock y el precio del aceite en el mundo. La consecuencia de todo esto es que agricultores, almazaras, envasadoras y operadores son ahora más débiles y están en peor situación.

Pensar que la solución será fácil y que bastará con retirar un 10% de la producción durante un tiempo, es no querer ver el problema. No podemos controlar cuánto aceite producen otros países ni cuánto se acumula a nivel mundial, ni aspirar a regular el aceite en el mundo desde España, absurdo. Tampoco podemos prever la aparición de pandemias como la del Covid-19 que tanto está perjudicando nuestra economía. Lo que sí podemos hacer es mejorar todos los días nuestra manera de elaborar y vender aceite.

Es vital centrarse en hacer un aceite mejor, promocionar con más acierto sus beneficios, ser más eficientes en la gestión y, sobre todo, ser mucho mejores en cómo hacemos negocios. El mundo es cada vez un sitio más competitivo. Cada día hay que trabajar mejor y adaptarnos más rápido, es decir, aumentar continuamente nuestras fortalezas. El cambio debe ser promovido por todos; todos debemos trabajar juntos y remar en la misma dirección.

Los gobiernos deberían impulsar normativas orientadas a promover un mayor control de la calidad y de la trazabilidad por parte de los productores, ser más exigentes con las normas de etiquetado y regular con más rigor las promociones de la distribución para no devaluar el precio. Es imprescindible que los gobiernos establezcan un entorno competitivo que facilite la revaloración del buen aceite español y, al mismo tiempo, destinar más recursos para una mayor promoción internacional de la marca España y los beneficios y diversidad de sus aceites. Los políticos deben ponerse las pilas porque muchos agricultores lo están pasando mal.

Debemos centrarnos, no tanto en producir porque sí, de cualquier manera, sino en generar valor para quienes lo producen. Es muy importante orientar bien nuestros negocios, invertir primero en conocimiento y después en equipamiento o maquinaria. España, además de líder mundial en producción, también debe ser líder en calidad y generación de valor, tanto a nivel económico como social.

En SCA San Sebastián somos optimistas y queremos mirar hacia delante, así que hemos establecido un nuevo plan estratégico para crecer y acompañar a nuestros asociados hacia un futuro mejor. Por ejemplo, ya nos hemos comprometido a pagar a nuestros agricultores el aceite verde Amarga y Pica acreditado por la Denominación de Origen Montes de Granada con un precio mínimo de 2,70 €/kg durante las entregas de primera calidad del mes de octubre. El buen aceite y el trabajo bien hecho favorecen a todo el mundo y nos ayudarán afrontar mejor el futuro.

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