El cierre del anillo
Domingo Funes

Desde hace décadas se viene hablando de la posibilidad de cierre de la mal llamada circunvalación (realmente no llega a circunvalar nada) por la zona Este de la ciudad y desde entonces la polémica ha acompañado al proyecto. Los defensores alegan que la obra es necesaria para acabar con el caos circulatorio de toda la aglomeración urbana y evitar así la pérdida de miles de horas de trabajo y la contaminación que ello provoca. Los detractores entienden que no es una obra necesaria, que es muy costosa (esto se comprende menos, habida cuenta de la “deuda histórica” con Granada y Andalucía en materia de infraestructuras), que se pretende poner en carga toda la zona de El Fargue para favorecer futuros pelotazos urbanísticos y que pone en peligro el entorno de Jesús del Valle, amén de las dudas que genera un túnel por debajo del Parque de Invierno y la  Dehesa del Generalife y apuestan por fomentar el transporte público y “castigar” al vehículo privado y a sus usuarios. Así, el proyecto, como el Guadiana, aparece y desaparece desde hace al menos 30 años (sí, como lo oyen, tres décadas, que ya saben que aquí las cosas se piensan a fondo…) Reconozco que yo mismo he basculado entre ambas posturas y que entiendo que no es una decisión fácil, pero no me dirán ustedes que no nos gusta una polémica. No obstante, en esta ocasión, la reciente apertura de la Segunda Circunvalación aconseja esperar hasta ver cómo esta vía afecta a los típicos colapsos que sufrimos prácticamente a diario en invierno. Y también hay que ver si finalmente apostamos o no por más líneas de metro que reduzcan el uso del vehículo privado, como ya demandan muchas voces. Lo que no parece normal es que para solucionar un problema, se lancen, como por aluvión, propuestas incompatibles entre sí.  Pero ya saben, cuando los tambores de elecciones empiezan a sonar, las promesas a granel aparecen en escena. ¿Verdad?

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